Nunca me gustó la palabra suerte. La utilizo lo menos posible, y siempre para ser amable con alguien, deseándole que la vaya bien en algo. No creo en la suerte. Un hecho, una cosa, siempre son resultado de complejas intereacciones de otras cosas, en una secuencia dada. Así, una moneda lanzada al aire, depende de su peso, su forma, la posición desde la cual partió, las condiciones del lugar en donde se tira (viento por ejemplo, nunca se sabrá si el color de las paredes influyen o no o si la intensidad de la luz afecta en algo), la forma en que se tomeo se deje caer... en fin, la suerte no entra en ningún lado; llamamos suerte sólo a lo que desconocemos y no podemos manejar. Si la física pudiera contemplar todas las variables, podría predecir con 100% de seguridad como caería la moneda antes de ser lanzada. El problema es que sólo conocemos de los hechos menos de lo que necesitamos; más aún, sólo conocemos al evento en sí mismo. Es decir, hacemos cosas, dándole lugar a la suerte, cuando en realidad, ya está todo dicho... lo que va a a pasar, ya está dicho: depende de lo que pasó. La suerte, no existe.
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pep sebastia mary pino -