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La cita del día

Un viaje a La Paz, Bolivia

Sobre el viaje
Antes había realizado algún viaje mas o menos corto con mis padres (a Rivera, Cerro Largo, Minas), con algún club deportivo (a Buenos Aires cuando tenía 12 años) o con mi tío (estuve casi dos meses en Buenos Aires). Pero esta era la primera vez que me iba tan lejos, solo, y volando; y tan alto. Y es que son casi 2400 kilómetros de distancia, 4000 metros de altura sobre el nivel del mar, y un lugar donde tenía muy pocas referencias: apenas los comentarios de una amiga que estuvo seis meses antes y las noticias que relojeaba en internet (y la CNN). Sin embargo, no estuve para nada nervioso. Sí preocupado un poco al llegar y no poder contactarme con mis padres para avisar que estaba todo ok... pero eso lo cuento después.

Del aeropuerto de Carrasco, en Uruguay (el aeropuerto de Carrasco NO está en Montevideo, sino en Canelones, a 9 km de la capital del país) salió el avión en hora un domingo a las 11:00 y llegó sin problemas a Aeroparque; allí pude tomar un remise también sin incovenientes para trasladarme hacia Ezeiza, desde donde habría de salir el avión hacia Santa Cruz, para finalmente hacer la conexión a La Paz. Pero resultó que en Ezeiza el personal de tierra estaba desde hacía algunos días haciendo paros parciales sorpresivos, así que el vuelo estaba retrasado. Cuando estabamos todos prontos y acomodados en el avión, el capitán nos explicó que debido al paro, ibamos a estar unos minutos más a la espera. Fueron 45 minutos más. Fue interesante porque justo a mi lado había una pareja de suecos que casi no entendían nada de español y me preguntaron, en inglés, qué fue lo que había dicho el capitán. Y fue así como me convertí en su intérprete y casi guía hasta La Paz.

Al fin, con una hora de retraso, despegamos hacia Santa Cruz. Un vuelo de casi 4 horas muy aburrido, casi ni hubo turbulencia. Cuando llegamos al aeropuerto internacional Viru Viru de la ciudad de La Paz me causó gracia, por no decir otra cosa, el hecho de tener que salir del aeropuerto desde la sección de llegadas internacionales, caminar por afuera y volver a entrar a la sección de partidas domésticas (por lo menos fue un poco de aire puro); como si fueran dos aeropuertos diferentes. En dicho aeropuerto los suecos que antes mencioné casi terminan quien sabe donde, pues por su falta de entendimiento del idioma español (y algún despiste) enfilaron para el abordaje de un vuelo de TAM hacia Cochabamba... suerte que alguien hizo bien el control de seguridad.

Tuvimos nuevamente un retraso de una hora porque no llegaba la conexión hacia La Paz. Se suponía que yo llegase a las 21:00 a La Paz y ya eran las 22:00 y aún estaba en Santa Cruz. El vuelo hacia La Paz fue el primero que hice de noche. Fue bueno el despegue, ver la ciudad de Santa Cruz toda iluminada; pero no vi nada más. Al llegar a La Paz otro retraso, más breve pero retraso al fin, esta vez al bajar: estaba llegando Lula, el presidente de Brasil, y el aeropuerto estaba en acto protocolar.

Tras pasar el control, para mi sorpresa, me estaban esperando del hotel. Y fue así que tras 20 minutos en taxi, llegué a la comodidad del Hotel Copacabana de la ciudad de La Paz. Más de 2 horas tarde y sin poder avisar a mi casa que estaba todo bien.

Sobre la situación en La Paz

Porqué insisto sobre informar a mi casa que estaba todo ok? Además de que mis padres se ponen nerviosos igual cuando llego tarde a mi casa, porque la situación política y civil en Bolivia no es cómoda. Hay enfrentamientos fuerte entre el gobierno y la oposición, y luchas, algunas violentas por demás, entre grupos que apoyan a uno y otro sector político. Sin embargo, tengo que decir que en ningún momento vi nada fuera de lugar en los aeropuertos ni en la ciudad de La Paz (ni siquiera noté exceso de guardia civil o policía). Pero que los problemas graves existen es verdad, los podía ver en los diferentes canales de la televisión local, cada uno parcializado hacia uno u otro lado.

La ciudad de La Paz
Mis tres días en La Paz estuvieron limitados al barrio de El Prado. El Prado es algo así como un pozo dentro de la ciudad, porque está rodeado por montañas. Se encuentra a unos 3800 metros sobre el nivel del mar, y a unos 20 minutos por vía secundaria del aeropuerto internacional de El Alto (por autopista hay varios peajes). Cuando llegué al hotel, estaba cerrado con una reja y el portero dentro mirando por la ventana. Pensé que el tema de la seguridad era mayor, pero después vi que no. Al menos, no noté nada peor que Montevideo.

El Hotel Copacabana es de tres estrellas, con una atención bastante buena. Mi habitación daba al frente, a la calle 16 de Julio, la principal; la cama era un poco blanda por demás (prefiero los colchones duros) y tal vez fue eso lo que no me dejó dormir 8 horas seguidas. Lo malo del hotel es que no contaba con internet, ni wi-fi en las habitaciones ni tampoco con una sala aunque sea con dos computadoras.... Pregunté por un cibercafé en la zona pero me dijeron que a esa hora está todo cerrado. Me imaginaba como estaban mis padres en casa....

Al día siguiente salí con la notebook abajo del brazo a buscar el lugar donde debía dar el curso. Las calles están absolutamente mal nombradas y sobre todo mal numeradas. Tuve que preguntarle a varios guardias civiles la dirección (por la que pasé no menos de dos veces antes de dar con ella). Para cuando sucedió, ya llovía como en un diluvio. Tuve que comprar un paraguas (chino, como corresponde).

La gente de La Paz no es muy diferente a la de Montevideo. Bastante indiferente en la calle, agolpándose en las esquinas y pechándose en las veredas, debido a la cantidad de personas que hay y el poco espacio libre que dejan los puestos de venta ambulante, que abundan. Lamentablemente, lo que también abunda son los niños y las viejas pidiendo monedas en la calle. Los niños de dos y tres años bailando y cantando o simplemente pidiendo, y las viejas sentadas contra cualquier murito pidiendo con apenas voz. También hay muchos lustrabotas, algunos de ellos que no llegan a los diez años. La verdad, mucha pobreza. Hay muchos más, por lejos, puestos de venta ambulante que comercios establecidos de venta; cualquier rincón, o ni eso, es bueno para colocar una mesita y atiborrarla de cosas para la venta, desde menudeces como caramelos, hasta ropa y reproductores de dvd; y muchos puestos de venta de discos compactos (parecían originales, en su envoltorio de celofán).

Entre los comercios establecidos, me llamó la atención la cantidad de farmacias, casi a razón de una cada cuadra, al menos por la 16 de Julio, y cada dos cuadras en sus paralelas. Como a 15 cuadras del hotel había una especie de feria muy grande, la cual según me explicaron se arma todos los años por estas fechas, y venden de todo, desde adornos navideños y figuras religiosas, pasando por ropa, juguetes, electrodomésticos y bebidas, hasta diferentes comidas fritas o asadas allí mismo. Precisamente esto último hace que caminar por su interior soportando el olor a grasa quemada y frituras sea casi un suplicio, deseando encontrar la salida lo antes posible (y no es fácil).

Durante mis caminatas nocturnas incluida esta feria no noté exceso de policía, así que me quedaré con la duda de si el tema de la inseguridad en La Paz era solo un rumor o fue que yo llegué en una buena época.

Al igual que en la feria que mencioné en la que se cocinaban diferentes cosas, especialmente fritos y asados, quemando grasas, muchos de los boliches (de los que sí hay bastantes, aunque de no muy buen aspecto) también emanaban olores nauseabundos que hacían apurar el paso al pasar por la puerta. Ya me habían recomendado que enfilara derecho para algún Burguer King de los que hay en la vuelta, pero yo estaba dispuesto a probar algo distinto. Y fue así que el primer día terminé en un restaurant que parecía de mayor categoría; al menos la apariencia era impecable y la atención resultó muy buena. Café Ciudad se llama el lugar, y queda a 100 metros en diagonal del hotel Copacabana. Los precios son un poquito superiores al resto, pero comparados con Montevideo serían los de cualquier barsucho de menor categoría. Lo gracioso de la cosa es que sólo después de haber escogido una mesa y una silla y haberme sentado, noté que las paredes estaban cubiertas con cuadros con fotos antiguas de la ciudad de La Paz; justo yo me había acomodado debajo de un cuadro que ilustraba un carro fúnebre de 1958; no soy supersticioso, por eso me resultó gracioso (a modo de adelanto, el último día, la última cena en La Paz, la hice en exactamente el mismo lugar...). Ese primer día decidí cenar algo livianito para ver como asentaba en la altura; terminé engullendo un sándwiche caliente, una hamburguesa al pan con fritas y un balón de cerveza... durante la noche me despertaba cada 45 minutos, no se si por la cama o por la digestión... lo bueno fue que no me dormí en la mañana. El segundo día fue el más tranquilo, dí el curso y volví al hotel a descansar. Luego pregunté por alguna licorería en el hotel y en principio no supieron responderme (habrán pensado tal vez que les estaba preguntando por alguna casa de citas?) La verdad es que quería comprar algo para traer a mi casa (en ese entonces ni me acordé del free-shop ni de las aduanas). De todas maneras, no compré nada.

El tercer día volvió a ser divertido, porque tras culminar el curso, creo que dejando satisfechos a los asistentes, me propuse no dormir porque el avión salía muy temprano en la mañana (debía estar en el aeropuerto a las 06:00). Así que hice al revés: descansé el resto de la tarde y bajé a caminar a eso de las 21:00. Volví a recorrer la feria pero esta vez por la periferia (apenas entré a una parte que parecía estar destinada a la ropa, pero no había nada interesante). Fue así que volví a pasar por la licorería y compré lo que quería traer: un licor de coca. Volví a cenar al Café Ciudad, esta vez una hamburguesa de la casa (completa con pepinos y huevo) y otra cerveza.

Cuando estaba por salir para el aeropuerto, me asaltó una duda que me acompañó todo el viaje: que pasaría con la botella de licor, digo, respecto a los controles en los aeropuertos (tanto por el hecho de ser una botella de vidrio, con una bebida alcohólica, y a base de coca). Debería colocarla en la valija o llevarla en el bolso de mano? Me decidí por lo segudo, para en cualquier caso poder dejarla. Pasó todos los controles y en ningún lado ni siquiera me preguntaron qué era (todos asumieron que era del free-shop, supongo).

En el viaje de vuelta no hubo retrasos, salvo en el aeropuerto de Ezeiza, donde nuevamente estaba de paro el personal de rampa por lo que la descarga de equipajes se demoró casi 45 minutos. Allí sí comenzaba a preocuparme porque eran casi las 17:00 y a las 18:30 salía el avión de Aeroparque hacia Carrasco, y me habían advertido que el tráfico entre aeropuertos podría estar complicado; es más, esa misma mañana varias calles y autopistas habían estado cortadas por diferentes movilizaciones. De todas formas el remisero que me asignó la agencia se las arregló para llegar rápido y sin problemas (pasamos por el costado de una movilización de casi 4 cuadras de personas que no dejaban ni un hueco para un ratón).

El último vuelo fue muy rápido, creo que 30 minutos apenas y volví a Carrasco; solo me separaban 20 minutos de taxi hasta la comodidad de mi cama.

Y volví a la rutina...

1 comentario

Jordan Flight 45 -

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